jueves, 3 de septiembre de 2009

Cómo pagar menos dinero por su vuelo que su vecino del asiento de al lado




Recientemente, tenía que tomar un avión desde Madrid y como quiera que no vivo en la capital de España decidí que lo mejor era tomar un autobús hasta allí y evitarme la molestia de conducir tanto el trayecto de ida como el de vuelta, amén del gasto que supone el aparcamiento del vehículo, ya que me parece incongruente tomarse la molestia de conseguir un vuelo barato y gastarse lo ahorrado en gasolina y estacionamiento del automóvil.

Mientras hacía fila esperando mi turno ante la ventanilla de la línea de autobuses pensaba si el precio del pasaje habría variado con relación a la vez anterior que usé el servicio.

Cuando ya sólo quedaba una persona delante de mí, un cartel anunciador de los precios me sacó de duda: el precio era el mismo de siempre.

Estaba claro que todas las personas que compraron su billete para el autobús pagaron lo mismo, tanto la que sentó a mi lado como la que se situó en el otro extremo del autobús.

Hay muchos que aún hoy creen que en un viaje aéreo sucede lo mismo, es decir, que todos los viajeros de clase turista han pagado el mismo precio por su billete.

Y también piensan que los precios no varían en el transcurso del tiempo o lo hacen muy lentamente y que, a lo sumo, cuando falta muy poco para la salida del vuelo quizá los precios suben si no quedan apenas plazas en el avión, o bajan si el avión va medio vacío.

También saben que viajar cuando todo el mundo lo hace, en el verano, es más caro que hacerlo cuando viaja menos gente, por ejemplo, en noviembre o febrero.

Algunas de estas cosas son ciertas, pero otras no. Viajar cuando viaja la mayoría de las personas es más caro que hacerlo cuando la demanda es mucho menor.

Cuando hay menos demanda, las compañías aéreas tratan de reducir la oferta de asientos, retirando aviones o frecuencias de vuelo, como está sucediendo ahora. Y, si no se cubren las expectativas, bajando los precios para tratar de operar los vuelos con una ocupación rentable de los aviones.

También hay muchos pasajeros que piensan que comprando el vuelo con mucha anticipación se consigue mejor precio, pero esto no siempre es así.

Hay algunas veces que puede ser así, sobre todo si luego la demanda aumenta y suben los precios, pero en la mayoría de los casos el hecho de comprar con mucha anticipación no supone ningún ahorro, antes al contrario, ya que cuando falta mucho para la salida del vuelo suelen darse unas tarifas más elevadas que cuando faltan entre uno y tres meses.

Pero como las aerolíneas tienen bien segmentados a sus clientes, saben que siempre hay una cantidad de ellos que comprarán con mucha anticipación basados en la creencia de que así ahorran dinero y se aseguran su vuelo, por lo cual se les aplican tarifas más altas que a los pasajeros que compren su vuelo después.

Cuando va faltando menos tiempo para la salida del vuelo aumenta la cantidad de pasajeros revisando precios para decidir o no su compra en ese momento.

Si la ocupación del vuelo no va muy bien, aumentan las ofertas de precios más bajos con objeto de que los indecisos tomen la decisión de compra en ese momento. Los precios fluctúan rápidamente: en un día, por las diversas circunstancias, pueden subir y bajar varias veces.

Durante ese periodo, saber cuándo hay que comprar es esencial, pero en absoluto tarea fácil, especialemente si no se tiene idea de cual puede ser un buen precio para el vuelo que se busca.

De comprarlo hoy a hacerlo mañana la diferencia puede llegar en casos extremos al cien por cien, y, en muchos casos, al 40 o al 50 por ciento.

Las personas que usan un comparador de precios, de los que tanto abundan actualmente, sin saber qué precio puede conseguirse para las fechas elegidas, pueden comprar su vuelo por 800 euros, por ejemplo, creyendo que hacen una magnífica compra ya que el resto de resultados del comparador ofrece precios muy superiores, cuando, en realidad, en un par de días se podrá comprar el mismo por 450 euros, por lo que el pasajero que lo consiguió a este precio puede ir perfectamente en el asiento de al lado del que gastó 800 por el suyo.

Debido a esta complejidad y fluctuación rápida de las tarifas de los precios de los vuelos es por lo que fácilmente su compañero de asiento en el vuelo que usted haga elegido puede haber pagado mucho más o mucho menos de lo que haya pagado usted mismo.

¿Cómo hacer para que sea usted el que ha pagado menos? La cuestón no es fácil de responder ya que no hay herramientas que nos den la respuesta exacta.

Sin embargo, lo primero que se tiene que saber es cual sería el mejor precio para su vuelo, lo que hará que pueda tomar la decisión de comprarlo en el momento más favorable.

Usar de un sistema de análisis de precios le servirá de ayuda para conocer cuando un precio puede ser realmente un buen precio.

Eso sí, aun tomando todas las precauciones nunca estaremos seguros de haber comprado al mejor precio posible.

Por todo ello mi principal recomendación es que jamás pregunte a su vecino de asiento cuanto le ha costado su vuelo si desea tener un feliz viaje.

Reprima sus ganas de preguntar esta cuestión, como lo hace el profesor Francisco Cabrillo en su excelente artículo Crisis económica y tarifas aéreas, ya que en la vida no todo es ahorro: démonos un respiro para ser felices y mejor hablemos con nuestro vecino de al lado de otras cosas.

PD. No olvide llevar a mano la caja de paracetamol por si finalmente no puede resistir la tentación de formular la pregunta fatal.

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