viernes, 27 de noviembre de 2009

Lo que ahora se necesita saber para comprar vuelos baratos. Primera Parte




En la actualidad, comprar vuelos baratos no resulta nada fácil a pesar de las ofertas que las aerolíneas lanzan con el atractivo envoltorio de vuelos desde 1 euro.

Esto parece un contrasentido, ya que la crisis económica ha hecho bajar los precios de los vuelos, por lo que cabría suponer que fuera más fácil que antes poder comprar cómodamente uno de ellos.

Hace años, antes de establecerse la cultura de los vuelos baratos, todo se limitaba a ir a la agencia de viajes de la esquina y el agente nos explicaba el abanico de posibilidades que teníamos a nuestro alcance en función del presupuesto.

Los billetes de avión eran entonces documentos en papel y todo lo que teníamos que hacer era pagar nuestra factura, sin tener que preocuparnos de nada más.

Para volar no era necesario hacer ninguna otra gestión; sólamente teníamos que acudir al aeropuerto en el momento adecuado con nuestro equipaje correspondiente y un amable empleado de la aerolínea de ocupaba del resto, siendo impensable que pusiera pegas en el caso de que llevábasemos dos o tres maletas o nuestro equipaje de mano sobrepasara las dimensiones del compartimento de cabina.

Podíamos pagar en efectivo, con tarjeta (cualquiera que no estuviera caducada, claro) o a cómodos plazos mensuales.

La tarjeta para embarcar nos la facilitaba el empleado en el momento de facturar nuestro equipaje en el aeropuerto, así que toda la responsabilidad del viajero era presentar el billete de papel que nos habían dado en la agencia.

En el transcurso del viaje nos daban un refrigerio y comida o cena, según la duración del desplazamiento.

En vuelos intercontinentales había un par de comidas, por ejemplo, un desayuno al alcanzar la altura de crucero y una comida antes de llegar a nuestro destino.

Además, durante el vuelo, podía uno consumir cervezas o bebidas alcohólicas o refrescantes a discreción, así como pedir más comida para entretener el pesado transcurso del viaje.

Nos vendían un vuelo y los servicios adicionales para hacer que el hecho de volar, especialmente en medios y largos recorridos, fuera una experiencia agradable.

No es que los vuelos fuesen más caros, es que el concepto de vuelo, comprendía no sólo el desplazamiento en sí, sino los servicios adicionales que el vuelo requería y el público demandaba.

Las empresas enviaban a sus ejecutivos a sus destinos de negocio en la llamada por tal motivo clase business, que ofrecía mucho mayor espacio y confort que la escueta clase turista.

Los precios de esta clase business eran mucho más elevados que los de la clase turista, a veces el doble o incluso el triple, pero bien valía la pena el gasto a las empresas, inmersas en la bonanza de prosperidad de los años atrás, para que sus ejecutivos llegasen descansados a sus reuniones de negocios.

Hasta que llegó la crisis económica y cambió el simple concepto de los vuelos por el de los vuelos baratos o vuelos low cost.

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