jueves, 16 de septiembre de 2010

Aviones con sillas de montar: la nueva clase vaquera



Durante largo tiempo las aerolíneas han estado pensando el modo de colocar a más pasajeros en el reducido espacio de la cabina de los aviones para aumentar la rentabilidad de la operación.

La idea, de la que fue precursor el inefable consejero delegado de la aerolínea de vuelos baratos Ryanair, al lanzar la idea de que en trayectos cortos los pasajeros podrían ir perfectamente de pie, lo que permitiría aumentar el número de plazas de la aeronave.

Ahora, la presentación en un certamen norteamericano de un nuevo asiento para aviones semejante a una silla de montar, se espera que cause furor entre los receptivos empresarios de las aerolíneas “low cost”.

El pasajero, en el futuro próximo, irá montado en su silla, dentro del avión, cual jinete del cielo, lo cual es bastante apropiado dado que el invento se llama “Skyrider”, cuya traducción significa más o menos eso mismo.

El fabricante de la silla de montar para aviones ha dicho que el nuevo invento es suficientemente confortable para los pasajeros, ya que los vaqueros pasan montados ocho horas o más al día en las sillas de sus caballos y no sienten la menor incomodidad.

En mi opinión, el fenómeno tiene muchos visos de aplicarse en la realidad, y la nueva clase “vaquera” terminará imponiéndose, hasta resultar completamente familiar la idea de una cabina de avión repleta de sillas de montar, para que cada pasajero elija la suya en el momento del embarque.

Es cierto que aún los reguladores tienen que examinar y dictaminar si la nueva silla reune todos los requisitos de seguridad que el caso requiere, pero alguno de ellos ya ha dicho que la estudiarán para ver si se ajusta a las normas, en cuyo caso sería aprobada.

Además, según han expuesto sus creadores, esta silla no obliga a los pasajeros a ir de pie: van sentados en el asiento, aunque éste sea un asiento un poco especial.

Creo que si el nuevo asiento pasa los exámenes de seguridad, que según parece no es tan difícil como pudiera creerse a primera vista, su generalización en las compañías de bajo coste está asegurada.

¿Y cuál es la ventaja de la nueva clase “vaquera”?

Pues principalmente que ya no será necesario que el pasajero viaje de pie, sujetado a una barra, sino que puede ir cómodamente sentado en su silla de montar, que a la postre ocupa casi el mismo espacio que si el pasajero viajase de pie, para regocijo de la aerolínea que ve como puede multiplicar sus ingresos y, por ende, sus beneficios, y también para el pasajero, que podrá volar sentado en tan moderna butaca y comprar vuelos baratos a un precio cada vez más bajo.

Clientes desde luego que no le faltarán al fabricante italiano de la nueva silla para aviones, ya que tanto Ryanair, como Spring Airlines, entre otras, ya han manifestado su intención de que los clientes puedan viajar de pie, por lo que si en el mismo espacio pueden viajar sentados en su silla de montar, la satisfacción por ambas partes puede ser completa.

Si usted es de los que piensan que este nuevo invento no tendrá ningún futuro y que no llegará ni siquiera a aplicarse, siento, querido amigo, no estar en absoluto de acuerdo con usted en este punto.

Es más, pienso que el invento se aplicará a las compañías “low cost” de forma inmediata y abrumadora en cuanto los reguladores dispongan que la seguridad de los “jinetes” está garantizada.

Tal vez piense que en la seguridad está su punto flaco y que no llegará a aprobarse por las autoridades.

Pero yo no estoy nada seguro de ello, teniendo en cuenta lo que un fabricante de equipamientos puede hacer para que su asiento sea aprobado y poder acceder a vender el producto en un importante mercado que lo espera como el agua de mayo.

En el futuro, pienso que las compañías tradicionales crearán todas sus propias “ultra low cost”, con asientos-sillas de montar en sus cabinas, para competir en mejores condiciones con las “low cost” que fueron sus precursoras.

Si me sigue, sabe que soy escéptico en algunas cosas, pero no en ésta: la nueva clase “vaquera” puede considerarse que será una realidad a la vuelta de la esquina.

Y si no, al tiempo.

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