miércoles, 15 de septiembre de 2010

Transportistas de personas y vuelos baratos



La necesidad de viajar está cada día más presente en el mundo globalizado actual, así que cuando la crisis económica afectó a los bolsillos de millones de personas en todo el mundo, aumentó la demanda de vuelos baratos para poder seguir llevando a cabo las actividades sociales o profesionales que ya se habían establecido.

De ahí que las compañías aéreas denominadas de bajo costo empezaran a cobrar auge, incrementando la cuota de mercado que hasta esos momentos ocupaban las llamadas compañías tradicionales, cuyos vuelos eran más caros debido, entre otras cosas, a que soportaban mayores costos operativos.

Así que cuando las preferencias de los usuarios fueron estableciendo el hábito de ver con cuidado el precio de las cosas, creando la cultura de lo “low cost”, las aerolíneas de bajo costo estaban más preparadas para atraer a esa clientela, que ahora podía seguir volando como antes o más, con unos precios ajustados a sus nuevas economías.

Las aerolíneas de bajo costo están saliendo de la crisis incluso con importantes beneficios y con cada vez más cuota de pasajeros, por lo que sus accionistas se frotan las manos al pensar que de seguir así podrán obtener en el futuro cercano pingües beneficios.

En cambio, para las compañías tradicionales el panorama es desolador, ya que si no quieren perecer o quedar exangües en esta batalla por el control de su cuota de clientes, tendrán que asumir importantes reestructuraciones y fusiones para mejorar su posición competitiva en el mercado.

En este momento, todas las compañías denominadas tradicionales están adaptando sus costos a la nueva situación, no sólo por la vía indicada, sino también creando a marchas forzadas aerolíneas subsidiarias “low cost” para poder hacer frente en mejores condiciones a la competencia.

Así lo han anunciado o lo están estudiando Air France, Iberia y otras más: hace unos días anunciaba esta misma intención la japonesa ANA, previendo que en un par de años la moda del “low cost” se habrá consolidado en aquella zona, y de no tomar medidas podría sorprenderles con el paso cambiado.

Aunque la terminología de compañía de bajo costo sigue aplicándose sólo a algunas aerolíneas, la realidad es que todas ellas están transformando sus estructuras en mayor o menor medida para poder ser aerolíneas de bajo costo.

Ahora bien, cuando las aerolíneas “low cost” actuales anuncian que gracias a ellas el pasajero puede por fin comprar vuelos baratos no están diciendo toda la verdad, sino que este mensaje contiene un elevado componente publicitario, es decir de mera propaganda, sin correspondencia con la realidad.

En mi opinión, yo entiendo que me están ofreciendo un vuelo barato cuando me ofrecen el vuelo junto con los servicios que siempre ha tenido el mismo, pero a un precio inferior, debido a que la compañía ha ahorrado costos en su estructura o disminuido el beneficio repartido a sus accionistas para repercutirlo en el precio del billete, de forma que el cliente pueda comprar un vuelo de la misma calidad a un precio inferior.

Mas no es ese el caso, ya que los vuelos que venden a más bajo precio son debido en gran parte a que el cliente compra un producto de inferior calidad, con mayores limitaciones y casi nulos servicios, servicios que generalmente llevan aparejados los vuelos, y que ahora el pasajero tiene que pagar de forma independiente, además del importe de su billete.

Esto está convirtiendo a algunas “low cost” en meros transportistas de personas (como podrían serlo de animales vivos o de material informático), y en ese contexto caben proposiciones como la de que los viajeros vayan de pie (a los animales no se les aprovisiona de butacas para que se sienten) o de eliminar alguno de los baños para aumentar la capacidad productiva de la nave (el material informático no tiene necesidades fisiológicas).

Sin embargo, el modelo de mero transportista de personas y vendedor de servicios adicionales proporciona importantes beneficios a las compañías aéreas, que ven como obtienen de la nada nuevas fuentes de ingresos (auxiliares, pero que llevan camino de convertirse en principales) a la vez que les fluyen clientes creyendo que están comprando sus vuelos baratos por mor de la propaganda.

Mi teoría es que este modelo seguirá imponiéndose, y la disminución de servicios incluidos en el vuelo irá aumentando hasta que los mismos hayan desaparecido y puedan comercializarse por separado.

Si el regulador no lo impide, la seguridad pasará también a segundo plano, ya que el modelo implica contratar a tripulaciones lo más baratas posible y con la preparación mínima que las leyes permitan, o abaratar el mantenimiento de las aeronaves, situándolo en los mínimos admisibles.

Lo curioso de este modelo es que con él todos quedan contentos: las aerolíneas porque aumentan sus beneficios y los pasajeros porque están convencidos de que pueden volar por fin a precios muy baratos.

Visto lo visto, aunque en un artículo anterior dije que no creía en el movimiento perpetuo sin aporte de energía exterior, ahora, la verdad, ya tengo algunas dudas.

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