martes, 18 de agosto de 2009

Vuelos low cost: ¿lo barato sale caro?



En tiempos de crisis económica, con los recursos de muchos viajeros más mermados de lo que podría suponerse hace un año, la decisión de volar con compañías de las denominadas low cost puede ser considerada por muchos como una opción más asequible.

Las aerolíneas tradicionales, que durante mucho tiempo han ignorado la actividad de las low cost o recelado de que sus escuetos servicios al cliente pudieran hacer mella en su mercado natural, ven ahora como muchos de sus clientes habituales se pasan al enemigo, sufriendo así, por partida doble, los efectos de la crisis financiera que afecta a todos los países.

Estas compañías tradicionales empiezan ahora a considerar como preocupante la actividad de las aerolíneas low cost, poniendo su artillería de mercadotecnia al servicio de demostrar que pueden ser tan competitivas que ofrezcan a sus clientes incluso mejores precios que las low cost, y con más atenciones al cliente, por supuesto.

Así, por ejemplo, British Airways, ahora incluye en su página web una comparativa de los servicios que ofrece y sus precios, junto con los de easyJet y Ryanair, en un intento de demostrar las ventajas que ofrece BA con relación a sus competidores.

Hasta ahora no se había visto semejante lucha competitiva, mejor digamos guerra de precios abierta contra sus competidores, y que me recuerda a los carros de la compra expuestos a la entrada de muchos centros comerciales americanos donde el del establecimento se encuentra a rebosar de productos por un precio pongamos de 100 dólares, junto a otros dos o tres de la competencia que se encuentran con los mismos productos, pero con grandes rótulos que marcan un precio muy superior.

Todo recurso es poco para atraer a la clientela y hacerles ver que lo inteligente es volar con su propia compañía.

Ahora bien, ¿qué hay de verdad en todas estas campañas? Por una parte debemos pensar que la crisis económica afecta a todos, sin distinguir entre un tipo de aerolíneas u otro. Claro que algunas pueden tener menores gastos estructurales que otras o estar mejor o peor gestionadas, de donde puede deducirse un diferencial de competitividad que pueden trasladar en parte a sus clientes.

Las compañías low cost hacen del precio del vuelo su mayor ventaja, pero es verdad que cualquier mínimo servicio debe ser pagado religiosamente; no olvidemos que hasta por ir al baño pretendía Ryanair cobrar a sus clientes en forma de micropago.

Es por eso que a veces si el viajero hace uso de alguno de los servicios excluídos del importe del billete, al final puede terminar pagando igual o más precio que si viajase con una compañía tradicional.

Según se muestra en la página de British Airways, si un pasajero hace uso de todos los servicios que le ofrece sin costo esta aerolínea, pero viajando en easyJet o Ryanair, terminará pagando un precio muy superior al que hubiera pagado viajando con British Airways.

Es decir, que Ryanair es más caro para un viajero normal, acostumbrado a no preocuparse por el equipaje que transporta, hacer su facturación al llegar al aeropuerto o tomar un snack al terminar el despegue, ya que estos extras tienen unos elavados precios en estas aerolíneas low cost.

Sin embargo, si usted va a viajar liviano de equipaje, mide antes de salir las dimensiones y el peso de su maleta, está a dieta u odia la comida de los aviones, hace su check-in online y está encantado con acceder a aeropuertos secundarios al llegar a su destino o incluso le quedan más cerca de éste, entonces viajar en una compañía low-cost es una opción excelente donde además quizá pueda ahorrarse un dinero en su billete.

En realidad, el muy bajo precio anunciado por Ryanair, es un reclamo publicitario más a los que es tan aficionada esta compañía.

Pero para llegar al precio que finalmente tenga que pagar un cliente normal por el vuelo habrá que recorrer un camino minado de tasas, cargos, recargos, suplementos, micropagos y gastos de gestión diversos. Todo un arte el de vender con el vistoso envoltorio de vuelo a precio sensacional un vuelo a un precio normal o caro para la mayoría. Y es que a base de repetir una misma cosa puede parecer a muchos que es cierta.

Aunque es evidente que para algunas personas las aerolíneas low cost suponen una forma de volar a precios baratos a cambio de aceptar limitaciones que para ellos pueden sentirse como normales, no es menos cierto que con las compañías tradicionales bajando sus precios a los términos actuales pueden obtenerse vuelos con una relación calidad-precio mucho más satisfactoria.

En definitiva, no todo es ahorrar por ahorrar, la calidad de vida también es importante; ahorrar unos pocos euros en un viaje con muchas restricciones puede considerarse el chocolate del loro ya que, finalmente, esa diferencia la gastaremos fácilmente al llegar a destino: a veces, sólo los gastos de transporte desde un aeropuerto secundario hasta el destino final pueden absorber todo nuestro ahorro.

Y es que, como bien se sabe, algunas veces, lo barato sale caro.

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