lunes, 14 de septiembre de 2009

¿Estamos ante el fin de los vuelos baratos?




Hace unos meses viajaba en un vuelo intercontinental hasta una ciudad del Mar de Cortés, destino que incluye dos vuelos de ida y dos de vuelta (unas 14 horas de vuelo por cada trayecto) por el módico precio de 430 euros, incluidas tasas y gastos de gestión.

Los vuelos baratos, como éste, contribuyen a la expansión de la actividad, y de no ser por la crisis econónica, que ha producido caídas en el número de pasajeros transportados en todo el mundo, estaríamos ante un importante crecimiento de la demanda.

Ahora bien, el aumento incontrolado del número de vuelos está produciendo un incremento de la contaminación y alteración del medio ambiente que, según los científicos menos alarmistas, puede llevar a consecuencias catastróficas debido al cambio climático que se está produciendo.

Las propias estelas de los aviones y otras partículas contaminantes en suspensión en la atmósfera producen un efecto de ligero enfriamiento al restringir la llegada de la luz solar a la tierra que no permite observar en realidad la magnitud del calentamiento global que se está produciendo y que podría ser mucho mayor del esperado.

Algunas autoridades del Comité para el Cambio Climático (CCC) han manifestado ya sus temores a que un crecimiento desmesurado de los viajes en avión produciría un aumento en las emisiones de gases de efecto invernadero que puede tener una incidencia muy negativa en el problema del calentamiento global.

Este es un problema serio pues la población mundial aumenta y naciones emergentes como China donde mejora la disponibilidad económica de sus clases medias demandan un incremento en la oferta de vuelos baratos.

En los países occidentales donde las aerolíneas low cost tienen una gran aceptación en un segmento importante de la población y las aerolíneas tradicionales estudian cómo reestructurar su clase de negocios haciéndola más asequible y mejorar los precios de las clases turistas, todo hace prever que, una vez superada la crisis, la oferta se corrija al alza para satisfacer las nuevas demandas del mercado.

Sin embargo, el crecimiento deberá verse limitado, a no ser que, como dice la Asociación Internacional para el Transporte Aéreo, se introduzcan sistemas más eficientes de vuelo y aviones que utilicen combustibles menos contaminantes.

Mientras tanto, el fantasma del «racionamiento» de los vuelos sigue ahí, ya que si la demanda crece y la oferta de asientos no puede incrementarse por las restricciones impuestas para preservar el medio ambiente, sólo veo un posible efecto: el incremento de los precios.

No es un escenario altamente improbable el hecho de que estemos ante el principio del fin de los vuelos baratos.

No sé si el uso de los biocombustibles y de aviones más eficientes podrán alejarnos de esta posibilidad, ya que estas alternativas de mejora no están tampoco exentas de inconvenientes.

Mi impresión es que debemos ser optimistas y suponer que los técnicos sabrán encontrar el modo de conjugar un incremento en la demanda de vuelos con la mejor defensa de nuestro medio ambiente.

Pero, por si acaso, yo le recomiendo que aproveche y viaje ahora que los vuelos son baratos. Nunca se sabe si podremos hacerlo en el futuro sin un gran esfuerzo económico.

En un mundo bajo la amenaza inminente del calentamiento global quizá viajar en avión sea un lujo al alcance sólo de las clases adineradas y... ¡de los políticos!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Destinos: