miércoles, 7 de octubre de 2009

La moda de cobrar por facturar las maletas se generaliza




La crisis que está atravesando el sector aéreo parece que no remite por el momento.

Muchas de las aerolíneas tradicionales incrementan cada vez más sus abultadas pérdidas que traen de cabeza a sus directivos, acuciados por la búsqueda de una solución que detenga la sangría económica que afecta a sus empresas.

Por otra parte, las aerolíneas tradicionales han ofrecido un más amplio abanico de servicios que las aerolíneas low cost, las cuales tratan de centrar su oferta en el mero transporte, a ser posible sin servicios complementarios de ningún tipo y, por supuesto, en ningún caso gratuitos.

Ahora, además de la crisis, que, en principio debería afectar a todas por igual, las aerolíneas tradicionales, como Iberia, Air France, etc. se ven sometidas a los efectos de una fuerte competencia por parte de empresas aéreas de bajo costo como easyJet o Ryanair.

Ya Iberia ha sido superada por Ryanair en número de pasajeros transportados por primera vez en su historia, y similar fenómeno afecta a British Airways, que cede terreno ante las low cost, las cuales día a día aumentan el número de sus clientes.

Así, pues, parece que para detener la pérdida de pasajeros que estas compañías aéreas están sufriendo deberían adoptarse medidas estratégicas y estructurales que les permitan reaccionar ante esta competencia de bajo costo y retornar a la senda de los beneficios.

Pero este camino no está exento de peligros. ¿Cómo recuperar clientes que ahora usan aerolíneas low cost, sin convertirse a su vez en una de ellas?

De momento Iberia ha anunciado que estudia la posibilidad de cobrar por facturar el equipaje, ya lleve usted una pequeña maleta o varios equipajes más.

Esta medida, que ya está en marcha en Estados Unidos en algunas aerolíneas tradicionales, tiene visos de generalizarse, convirtiéndose en un procedimiento habitual en el futuro.

En España, la actual legislación en esta materia no lo permite, pero, como ya dijo el responsable de Ryanair, las leyes obsoletas deben ser cambiadas por otras acordes a las necesidades del sector.

Es decir, que a lo que vamos es a poder ofrecer tarifas baratas como las low cost, pero luego complementar el ingreso, convirtiéndolo realmente en una tarifa cara, vía micropagos (o minipagos), de tal manera que se pueda rizar el rizo de parecer muy barato el vuelo y mover a la compra por parte de los clientes, pero siendo en realidad caro para mejorar así las depauperadas cuentas de las aerolíneas.

De esto, en mi pueblo, dirían que las aerolíneas tienen una forma de pedir que parece que están dando, pero la estrategia no es mala ni mucho menos, como lo demuestran los buenos resultados conseguidos hasta ahora por las low cost.

Hasta este momento, el precio del billete comprendía los servicios adicionales que un vuelo requiere, como es el caso de llevar al menos una pequeña maleta, facturar al llegar al aeropuerto y pagar con la tarjeta de crédito sin que eso comportase gastos adicionales.

Ahora, al desligar los gastos de estos conceptos del precio del billete, llegamos a la ilusión de estar comprando un vuelo por menos precio (ilusión muy querida de las low cost), pero como las compañías saben que un elevado número de pasajeros llevará al menos una pequeña maleta, seguirá facturando en el aeropuerto, etc. se recuperará por esta vía el importe no publicado de un precio normal o caro.

El objetivo de las aerolíneas es hacer creer que el pasajero compra un vuelo a precio de ganga (¿le suena lo de vuelos desde 10 Euros?), pero sin dejar de complementar su importe con gastos adicionales que aplicará a una mayoría de sus clientes y que luego éstos ni siquiera va a recordar.

Claro está que aquellos que viajen con las manos en los bolsillos, obtengan su tarjeta de embarque por internet y no hagan gasto alguno durante el vuelo podrán viajar a un precio realmente económico, pero dígame usted a cuántas personas ha visto desplazarse por los aeropuertos sin llevan al menos una pequeña maleta.

¿Les preocupa a las aerolíneas el hecho de fragmentar el precio para que sus clientes crean que compran vuelos a bajo precio sin que realmente en muchos casos sea así?

En absoluto. Pero un mínimo respeto hacia los pasajeros exige que el total de los gastos de un vuelo esté a disposición de éstos en el momento de efectuar la compra.

Sólo así el pasajero podrá decidir fácilmente dónde comprar su vuelo y cuánto le va a costar.

Aplicando el sentido del humor podemos concluir que la senda del encubrimiento hacia la que nos encaminamos, multiplicando la cantidad de opcionales, terminará en un momento en el que sólo habrá ofertas de vuelos a 1 euro y... ¡multitud de recargos!

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