lunes, 11 de enero de 2010

Vuelos baratos: el suave paso del low cost al middle cost




Desde hace un tiempo cuando el petróleo bajó su precio, los vuelos baratos, llamados también low cost, parece que iban a ser la panacea que resolviera todas muestras necesidades de viajar más y más lejos.

La publicidad nos decía, y aún nos dice, que podemos disponer de millones de asientos de avión por 2 euros el trayecto, así que por cuatro euros podemos disfrutar de nuestro vuelo a París o Londres, y no sólo en sentido figurado, como suele entenderse la expresión, sino en el sentido real del importe a pagar por el vuelo.

La obvia realidad es que los vuelos a 2 euros sólo forman parte de la fantasía de la propaganda, más allá de algunos asientos publicitarios para alimentar verbalmente esta fantasía por parte de sus afortunados viajeros.

Pero si la fantasía es percibida como realidad por viajeros deseosos de volar por cuatro euros (ahora en sentido figurado), sus propulsores pueden verse arrollados por una demanda que no pueden mantener desde un punto de vista económico.

Ryanair, uno de los mejores exponentes de la cultura del low cost, tras darse cuenta de que el tren puesto en marcha podría terminar arrollándola, ha puesto freno a tal política, abandonando el crecimiento exagerado a costa del precio, ahorrando en aviones y otros recursos, para no dirigirse al irremediable final de la quiebra, al que otras low cost ya han llegado o están a punto de llegar en próximos meses.

Así que ahora los precios ya no serán low cost, sino middle cost (costo moderado), pero defendiendo a capa y espada la apariencia de la tan querida y rentable imagen del precio low cost (vuelos baratos), para seguir dando a sus seguidores la ilusión de volar por cuatro euros (en el sentido real del término).

El petróleo sube, y parece que subirá más en los próximos meses, la baja demanda pasa factura y baja los precios, así que la única solución serán los vuelos middle cost.

Este nuevo concepto del precio hará que las aerolíneas tradicionales se apunten a él para no terminar quebrando por falta de demanda, las aerolíneas de bajo coste también, para no terminar quebrando por exceso de demanda deficitaria, y los pasajeros también, para no terminar con la moral quebrada por no poder ir a Londres o a París por cuatro euros (en el sentido que ustedes quieran darle).

En cualquier caso, yo creo que el concepto de vuelos low cost se seguirá empleando, pues se podrán seguir ofreciendo vuelos a cuatro euros (stricto sensu) que luego, de tapadillo, se reconvertirán en vuelos de middle cost, por medio de la mágica ayuda del desglose de tarifas.

Porque, el desglose de tarifas no está todavía bien explotado; se puede afinar mucho más, aunque algunos desgloses ya se están utilizando.

Recargo por facturar las maletas: ya se está haciendo.
Solución: viajar con las manos en los bolsos (tenga cuidado pues podrían sospechar que usted es un atacante).

Recargo por obtener la tarjeta de embarque en el aeropuerto: ya se está haciendo.
Solución: llevarla impresa de casa. Si usted no sabe bien cómo hacerlo, dígaselo a su sobrino adolescente.

Recargo por comer o beber a bordo: ya se está haciendo
Solución: ir al aeropuerto comido y bebido (en el buen sentido del término).

Recargo por comunicarle incidencias de su vuelo al móvil: ya se está haciendo.
Solución: no hay ninguna a no ser que usted sea adivino o no le importe llegar al aeropuerto y ver que su vuelo ha sido cancelado.

Recargo por pagar con tarjeta de crédito: ya se está haciendo.
Solución: algunas aerolíneas admiten tarjetas de prepago, en las cuales usted paga el recargo de forma difusa (se nota menos).

Recargo por elegir asiento: ya se está haciendo.
Solución: sentarse donde le digan o donde pueda, esperando que la suerte le otorgue un buen sitio (a veces ocurre).

Recargo por acceder los primeros a la aeronave: ya se está haciendo.
Solución: Acceder los últimos, ¿a fin de cuentas quién le dice que ese asiento que busca ya ha sido ocupado?

Recargo por viajar sentado: muy pronto puede aplicarse.
Solución: no hay ninguna, aunque si viaja de pie siempre puede pensar que así tendrá menos posibilidades de sufrir el síndrome de la clase turista.

Recargo por ir al baño: muy pronto puede aplicarse.
Solución: Tome un diurético unas horas antes de ir al aeropuerto. No lleve consigo botellines de agua ni beba nada en el aeropuerto. Vaya al baño unos momentos antes de embarcar.

Recargo por viajar algunos días de la semana: ya se está aplicando.
Solución: Viaje los días que no aplican este recargo. No olvide ajustar sus actividades en destino a los días en los que podrá ir o volver sin incurrir en recargos.

Recargo por viajar a ciertas horas del día: ya se está aplicando.
Solución: Viaje en las horas en las que que no aplican este recargo. Organice sus actividades del día para que pueda volar a las horas libres de recargos.

Recargo por levantarse del asiento en vuelo: todavía no se aplica
Solución: Viaje quieto en su asiento, no se mueva del sitio en lo que dure el vuelo. A fin de cuentas por razones de seguridad tiene que hacerlo en el despegue y en el aterrizaje, así que por un poco más… ¡se ahorra el recargo!

Seguramente, alguno me dirá que estos vuelos tienen muchas restricciones, y tendrá razón.

Claro que por cuatro euros, ¿qué podemos esperar? ¡La relación entre la calidad y el precio es excelente!

Además, siempre nos quedan los vuelos middle cost, donde podremos volar sin tantas limitaciones.

Y así, sin darnos cuenta, habremos pasado de volar en low cost a hacerlo en middle cost, pero creyendo que seguimos haciéndolo en low cost.

¿No les parece maravilloso?

Si mi abuela viajase en low cost ante esta fantástica maraña exclamaría: “¡Qué bárbaro! ¡Lo que tienen que hacer algunos para ganarse la vida!”.


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