La nueva regulación de la jornada laboral aplicada a los controladores aéreos españoles supone una reducción del tiempo de trabajo de este colectivo en relación con las jornadas de trabajo que llevaban a cabo hace unos años, según ha indicado en un comunicado Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA).
Así, en 2010, según establece la nueva Ley, los controladores trabajarán un máximo de 1.670 horas, en tanto que en el año 2009 trabajaron 1.750; en 2008, 1.802; en 2007, 1.799 y en 2006, 1.744 horas.
En abril de 2010, los controladores del Centro de Control de Madrid trabajaron una media de 135 horas, lo que supone ocho horas menos que en el mismo mes de 2009.
Según AENA, ha sido establecido «un sistema de imaginarias, por el que se designa a uno o varios controladores que tienen que estar localizables durante cada servicio» y con el que pueden cubrirse hasta un 15% de bajas.
También se ha implantado «un sistema de servicios de obligado cumplimiento, que se utiliza sólo como último recurso cuando el absentismo se dispara y las imaginarias previstas no pueden cubrir las bajas que se producen», recurriéndose a estos servicios obligatorios sólo cuando son imprescindibles.
AENA subraya que la actual plantilla es más que suficiente para cubrir las necesidades del servicio sin recurrir a medidas excepcionales, aunque la alta tasa de absentismo laboral (que se ha disparado hasta el 20% desde la entrada en vigor del Real Decreto Ley del 5 de febrero) está obligando a utilizar los servicios obligatorios para garantizar la prestación del servicio y el derecho de los ciudadanos a la libre circulación.
Los turnos de trabajo son fijados teniendo en cuenta los tiempos de descanso establecidos por la ley: 25 por 100 en jornada diurna, 33 por 100 en nocturna, 12 horas entre turnos, cinco días libre al mes como mínimo y un máximo de 200 horas de trabajo al mes, señaló el ente en su comunicado.
Los principales sindicatos de controladores aéreos de España han criticado al Gobierno y a la propia AENA, manifestando que son sometidos a un acoso empresarial al obligarles a desarrollar su trabajo bajo el influjo de una enorme presión.
Para los sindicatos, el colectivo está sufriendo una campaña de desprestigio, que les hace trabajar en condiciones inadecuadas, bajo fuertes presiones, lo que ha supuesto que haya aumentado el número de incidentes de consideración en relación con el control del tráfico aéreo.
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