martes, 1 de junio de 2010

Vuelos más caros, vuelos más baratos



Como ya comentamos, las aerolíneas en su legítimo derecho a obtener el mayor beneficio posible por sus productos, no sólo tienen en cuenta a la hora de fijar los precios de los vuelos las características o calidad de los productos ofrecidos, sino también las circunstancias de los propios pasajeros.


Parece obvio que si usted viaja en clase preferente pagará más por su vuelo que si viaja en turista ya que, entre otras cosas, tendrá una mayor comodidad y dispondrá de más espacio, cosa que se agradece (y se paga) cuando los vuelos son de largo recorrido.

Así que para rentabilizar el vuelo, las aerolíneas disponen de butacas con un mayor espacio y que a veces pueden reclinarse hasta colocarse en posición horizontal, por las que cobran unas tarifas elevadas.

En general, son usadas por hombres de negocios, ejecutivos, artistas y por personas con un alto poder adquisitivo, a quienes no les importa pagar un alto precio por la comodidad de su vuelo.

Como se sabe, la crisis ha afectado mucho a la clase business, ya que no solamente las empresas son más reacias a pagar elevadas sumas por la comodidad de sus ejecutivos, sino que además no está generalmente bien visto, aun pudiendo permitírselo, hacer demasiada ostentación en época de depresión económica como la actual.

Aunque muchos hombres de negocios viajan en clase turista para mejorar su imagen, las compañías aéreas saben perfectamente que esas personas pueden pagar más dinero por su vuelo que cualquier turista corriente y moliente.

Con objeto de mejorar sus cuentas de resultados ofrecen a esos clientes, otras “comodidades”, ya que la del asiento es la misma para todos los pasajeros de la cabina de turista.

Para ofrecer esas comodidades tienen que considerar los hábitos de los hombres de negocios, que no son precisamente iguales a los de un turista, de forma que una vez identificados puedan aplicar a esos vuelos unas tarifas más elevadas.

Hace unos años, acostumbraba a viajar mucho, casi de forma permanente, pero no por razones turísticas o de esparcimiento, sino por motivos de trabajo.

En general, salía temprano por la mañana para aprovechar mejor el día, y volvía por la noche de ese mismo día o del día siguiente.

Por supuesto, si el trabajo de esa semana era extenso podría pensar en regresar el jueves o viernes, pero en modo alguno permanecería allí el fin de semana, ya que volver a casa para estar con mi familia el sábado y el domingo era cuestión esencial.

También recuerdo que algunos viajes se planteaban de un día para otro o a lo sumo para la semana siguiente: en ningún caso podría programar un día para viajar dentro de tres meses, por ejemplo.

Es decir, que cuando viajamos como hombres de negocios tenemos unas necesidades de vuelos diferentes a cuando lo hacemos como turistas.

En el siguiente artículo trataré de explicar porqué estas necesidades hacen que algunos vuelos sean más caros que otros, aun viajando con la misma compañía aérea.

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