sábado, 18 de septiembre de 2010

El pago inicial de los nuevos vuelos baratos



Usted seguramente ha hecho muchos viajes y sabe lo difícil que es conocer con exactitud cuánto nos hemos gastado en total, desde el momento en que salimos de nuestra casa hasta el momento en que finalmente hemos regresado a la misma.

Esto es debido a que durante un viaje se producen infinidad de pequeños gastos que nadie tiene en mente contabilizar, cosa que, por otra parte, sería bastante tediosa y molesta de llevar a cabo y, con seguridad, nos impediría disfrutar plenamente de nuestro viaje.

Sin duda usted se acordará de cuánto le ha costado el hotel, las entradas a un espectáculo caro, una excursión que realizó durante el viaje y los billetes de avión hacia su destino, es decir cantidades más o menos importantes.

En cambio, no recordará lo más mínimo cuánto pagó por la consumición que hizo en un bar, o si compró revistas o la prensa para entretenerse, o si se tomó un helado mientras disfrutaba de un merecido paseo.

Y es que los pequeños gastos tienden a no considerarse, y menos cuando uno está de vacaciones, así que finalmente nos sorprenderemos del importe de lo gastado cuando recibamos el resumen de operaciones en nuestra tarjeta de crédito.

Está claro que usted (y yo, naturalmente) cuando vamos a comprar un objeto de valor, miramos mucho su precio y sus prestaciones, e incluso comparamos precios en varios vendedores a ver donde podemos obtenerlo más barato.

Sin embargo, sería una solemne tontería comparar el precio de un helado de vainilla en varias heladerías para ver quien lo vende a mejor precio.

Es decir, el comprador tiene mucho control y poder de decisión cuando compra algo de valor, pero en cambio es más vulnerable cuando compra muchas cosas de escaso valor, aunque el desembolso final sea el mismo en ambos casos.

Las aerolíneas saben esto y mucho más, y estiman que si el precio del billete ofrecido es alto e incluye todos los servicios adicionales, como ocurría hasta hace poco, los pasajeros comprueban con más detalle dónde y cuándo comprarlos, por lo que tienen mucho menos control sobre los mismos.

¡Ajá!, han dicho: aquí está la solución para incrementar nuestros beneficios.

¿Que el pasajero está instalado en la cultura de lo “low cost” y mira mucho dónde puede conseguir un vuelo más barato?

¡Ningún problema! En lugar de darle una tarifa con todos los servicios incluidos, le damos la tarifa todo lo “low cost” que quiera y una batería de servicios opcionales más o menos caros, pero en los que el pasajero piense que tiene la posibilidad de comprar o rechazar, aunque nosotras (las aerolíneas) ya sabemos perfectamente el volumen estadístico de servicios opcionales que nos serán requeridos.

Efectivamente, usted lo ha adivinado: éste es el razonamiento de las compañías aéreas que hace poco han comenzado a poner en práctica con resultados impresionantes... ¡para su beneficio, naturalmente!

Ahora, como bien sabe, se cobran cargos por facturar el equipaje, por pagar con la tarjeta de crédito, por la gestión del billete aunque usted le tenga que imprimir en casa, por las comidas y bebidas a bordo, por embarcar los primeros, por sentarse en butacas sin asiento anterior, por viajar cerca de la salida del avión, por disponer de respaldo reclinable, por la mantita y almohada para descansar mejor, y esté seguro que aún me dejo muchas más.

¿Eso es todo lo previsto? ¡Por supuesto que no! Una nueva batería de cargos está considerado que empiecen a aplicarse en cuanto los malhumorados pasajeros hayan digerido esta tanda que le he explicado.

Mi opinión en este asunto es que ni siquiera se ha empezado a aplicar toda la panoplia de recargos por comodidades (reales e imaginadas) que las compañías aéreas están pensando endosarnos en los próximos dos años.

Así, habrá un cargo opcional por disponer de conexión a Internet en el avión (muy demandado por algunos), por pasar por un sistema de inspección prioritario, por manejo y protección personalizada del equipaje y un largo etc. de servicios opcionales.

Piense que el desglose de tarifas no ha hecho más que empezar, ya que las posibilidades son casi infinitas, además de la cantidad de recursos personales que se están ya aplicando para tipificar todas las posibles comodidades que pueden ser comercializadas en el proceso del vuelo.

De este modo, el sistema estará diseñado para que un vuelo sea extremadamente incómodo si el pasajero no acepta y paga los servicios opcionales, mientras que si lo hace gozará de todas las comodidades posibles, es decir, de las que ya se dispensaban antes del invento del desglose de la tarifa.

Ahora la mentalidad del viajero ha de ser que la tarifa de los vuelos baratos es sólo un adelanto o pago inicial del precio total del vuelo, que se irá abonando en forma de numerosos cargos que irán surgiendo en el trascurso del mismo.

De esta forma el pasajero, como en el ejemplo del principio, ya no podrá saber con exactitud cuánto le costará el vuelo, sólo sabrá el precio del pago inicial, que será bastante bajo para ajustarse al estilo “low cost” que demanda, ya que el grueso de los gastos tendrá que abonarlos durante el vuelo.

Será una situación totalmente ventajosa para las aerolíneas y perjudicial para los pasajeros, pero éstas razonan que si el mercado demanda vuelos por 10 euros ellas tienen que darle vuelos por 10 euros... sólo que ya no será el precio del vuelo, sino el pago inicial.

¡Qué listos!

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