sábado, 18 de diciembre de 2010

Vuelos de largo recorrido con KLM

Normalmente, durante el mes de diciembre o enero suelo aprovechar para tomar unos días de vacaciones, generalmente un mes, aunque tampoco puede decirse que sean unas vacaciones convencionales, ya que en las mismas acostumbro a llevar a cabo también algunas acciones relativas al trabajo, pero, al cambiar de escenario, las actividades se me hacen más sencillas y divertidas.

Suelo viajar casi siempre a México y Estados Unidos, ya que en estos países tengo gran cantidad de amigos y familares por lo que el viaje me resulta más ameno y cómodo que si se tratase de turismo comercializado, del tipo que se consigue comprando un paquete turístico.

Para hacer estos vuelos intercontinentales desde España he usado, creo yo, la mayoría de aerolíneas que hacen estas rutas, a veces mediante vuelos directos de Madrid a Ciudad de México y a veces con escalas en otros países.

Esta vez elegí para viajar a KLM, con la cual no había volado en este recorrido, aunque sí con Air France, que es la misma compañía, esta vez sobre todo porque ofrecía el vuelo a un precio bastante mejor que el de sus competidoras Iberia o Aeroméxico, si bien en este caso con una escala en el aeropuerto de Ámsterdam.

Ya en el aeropuerto de Madrid-Barajas, me dirigí al mostrador de facturación de KLM, donde amablemente la empleada me indicó que debía obtener la tarjeta de embarque en las máquinas situadas justo al lado.

Una vez en la máquina, comencé a examinar las instrucciones para la operación, e inmediatamente un empleado se ofreció a ayudarme para acelerar el proceso cosa que le agradecí, de modo que en un momento me encontré con las tres tarjetas de embarque que componían el vuelo de ida en la mano, sin que dicha operación comportase cargo extra alguno.

Eso sí, la máquina me ofreció por el módico precio de unos 70 euros ocupar uno de los asientos frente a las mamparas en el vuelo transatlántico, de los que ahora comercializan casi todas las aerolíneas, y que para un vuelo de largo recorrido, como era el caso, puede resultar recomendable para disfrutar de un viaje más cómodo.

En cuanto al equipaje, tanto la maleta a facturar, que pesaba como un kilogramo más del peso permitido, como el equipaje de mano, fue aceptado sin inconvenientes y sin que incurriera por ello en ningún tipo de recargo.

A pesar de que nevaba en Madrid, el vuelo con destino a Ámsterdan salió a tiempo y llegó también en hora al aeropuerto de destino.

El personal de cabina de pasajeros se comportó en todo momento con gran corrección y amabilidad; durante el vuelo se sirvió un refrigerio, también sin costo alguno.

Ya en el aeropuerto de Schiphol, me dirigí a la puerta de embarque que tenía marcada en la tarjeta para tomar la conexión, ya que el tiempo de la escala era como de un par de horas.

Sin embargo, cuando llegué allí, el vuelo había cambiado de puerta, por lo que tuve que caminar otro largo trayecto hasta la nueva puerta de salida.

De ahí que sea recomendable examinar la información de los vuelos que se ofrece en las pantallas del aeropuerto, ya que los cambios son frecuentes, y de este modo pueden evitarse desplazamientos innecesarios, como me ocurrió.

El vuelo intercontinental a Ciudad de México salió a tiempo y durante el mismo se sirvieron sin cargo, dos aperitivos, una comida y una cena, además de diversos tipos tipos de bebidas, en un servicio que podría calificar como de muy bueno.

Para vuelos de diez o más horas de duración, como era el caso, el único inconveniente que encontré es que el escaso espacio con los asientos circundantes dificulta mucho los movimientos, especialmente para llevar a cabo tareas como la de comer u otras que requieran hacer movimientos en el mismo.

A este respecto, en la noticia de hoy podemos ver que Lufthansa incluye en sus aviones unos asientos más modernos que ocupan menos espacio y facilitan unos centímetros extras al pasajero, y que, aunque al no haberlos probado, no puedo opinar con conocimiento de causa, esperemos que mejoren, aunque sea ligeramente, la sensación claustrofóbica de permanecer sentado en tan exiguo espacio.

El servicio del personal para atender a los pasajeros me pareció totalmente adecuado y correcto, por lo que, en mi opinión, al menos en este caso, la relación calidad-precio del vuelo fue muy buena.

Aunque muchas aerolíneas para ahorrar costos han resuelto cobrar todos los servicios adicionales, algunas como Air France-KLM mantienen una serie de servicios básicos incluidos en el precio de la tarifa, al menos en lo que a vuelos de medio y largo recorrido se refiere.

El aumento en la competitividad de las compañías aéreas debe abordarse, en mi opinión, no por medio de la vía de los recargos indiscriminados, como es el caso de algunas aerolíneas “low cost”, que tienen en mente cobrar incluso por ir al baño en los aviones, sino por medio de mejoras estructurales, no sólo en sus métodos de operación, sino también en las propias aeronaves.

Así que aunque habitualmente critico los aspectos negativos que en mi opinión tienen muchas aerolíneas para atraerse a los clientes o en el servicio que prestan, en este caso de Air France-KLM, entiendo que el mismo puede dar completa satisfacción a las necesidades de sus pasajeros.

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