domingo, 30 de enero de 2011

Comprar vuelos baratos y la relación calidad-precio



Como ya comenté hace tiempo, la cultura de comprar vuelos baratos es una moda que habiéndose establecido hace no mucho tiempo está destinada a quedarse, y de hecho su acogida ha sido excepcional.

Si nos fijamos, a pesar de que la pesadilla de la crisis económica que ensombrecía el panorama turístico años atrás está remitiendo y la demanda de vuelos va en auge, la predilección por los vuelos baratos no sólo no ha descendido sino que sigue marchando viento en popa.

De hecho, por ejemplo, Ryanair ha incrementado el número de pasajeros transportados en 2010 casi un 32 por ciento en relación a 2009, y su cuenta de resultados, hasta donde sabemos, también presenta interesantes beneficios para los accionistas de la compañía.

En cambio, siempre sin salirnos del panorama español, otras empresas denominadas tradicionales, como Iberia, Air Europa, Spanair y Air Nostrum están sufriendo una continua pérdida de pasajeros, y cerraron el pasado año con menos clientes transportados que el anterior.

Otras “low cost” como easyJet, Vueling y Air Berlin han mejorado ligeramente el número de pasajeros transportados en 2010, aunque sin lograr el espectacular crecimiento de la compañía irlandesa.

Y es que la preferencia de los viajeros sigue inclinándose cada vez más por volar con compañías de bajo costo.

Los precios de las compañías tradicionales son más altos que los de las “low cost” correspondientes, pero la calidad del servicio percibida por los pasajeros no parece ser satisfactoria y en consonancia con la tarifa pagada, antes al contrario.

Las estructuras de estas compañías, ancladas todavía en esquemas de costos del pasado, no parece que sepan dar respuesta competitiva a compañías adaptadas al modelo, como Ryanair.

De hecho, en las rutas operadas por la irlandesa, no se muestran cómodas otras aerolíneas porque su inadaptación estructural no les permite obtener beneficios y competir en igualdad de condiciones.

Ayer mismo Iberia firmaba un pacto para auxiliarse de su participada Vueling para sacar producción en vuelos desde Madrid, con objeto de aliviar mínimamente las pérdidas producidas por los servicios de corto y medio recorrido que opera, ante la incapacidad de llegar a un acuerdo con los sindicatos para lanzar una “low cost” en parecidas condiciones estructurales a las de sus competidoras establecidas.

En mi opinión, estas aerolíneas tendrán que adaptarse lo antes posible para encontrar la sintonía con su mercado y poder obtener resultados económicos favorables, en lugar de replegarse hacia posiciones, como pueden ser los vuelos de largo recorrido, en las que todavía su estructura les permite obtener beneficios.

Además, está la cuestión de la imagen de las compañías ya que, por ejemplo, Ryanair, se ha labrado con notable éxito la fama de ser la compañía más barata del mercado, y aunque ello también puede tener inconvenientes de cara al futuro, ahora mismo esa imagen sitúa a la compañía como la preferida de los pasajeros que quieren volar por poco dinero: al menos eso es lo que ellos mismos dicen.

Es cierto que en algunas ocasiones la compañía irlandesa no es más barata que alguna de sus competidoras, pero esto es irrelevante para ganar pasajeros a otras aerolíneas como lo demuestran los datos, ya que las personas solemos comprar por lo que nos parece que es, no por lo que realmente es, ya que esto último, muchas veces ni siquiera lo conocemos.

La mayor parte de las quejas que hemos analizado dirigidas hacia Ryanair y otras “low cost”, son las relativas al servicio, como ocurre cuando cancelan un vuelo y no da la cara ningún empleado para atender y orientar al pasajero.

Desde el punto de vista de la legalidad que ampara los derechos del pasajero pueden darse supuestos abusos, como es el caso de los 40 euros cobrados por Ryanair a los clientes que se presenten en el aeropuerto sin tener impresa la tarjeta de embarque, tal y como lo ha dicho recientemente un tribunal de Barcelona.

Pero para el pasajero que quiere viajar a precios muy baratos, bien porque desea ahorrar dinero en su vuelo o porque de otro modo no podría viajar por lo limitado de su presupuesto, la mayor preocupación está en el precio.

Y, obviamente, si una persona ha pagado 8 euros por un vuelo de Madrid a París, sería absurdo que esperase un trato refinado y un servicio adicional exquisito.

Para estos clientes que pagaron 8 euros por su vuelo la relación calidad-precio de su viaje puede considerarse buena, aun en ausencia de un mínimo servicio.

Aunque, como usted ya sabe, en el avión no todos los pasajeros habrán pagado 8 euros por el vuelo, sino que algunos habrán pagado más, muchos bastante más y otros pocos muchísimo más.

Para estos últimos, por ejemplo, la relación calidad-precio del vuelo de bajo costo será malísima, y hubieran salido ganando de haber volado con una compañía que ofreciese mejores servicios.

Pero, a fin de cuentas si usted es de los que viajan por 8 euros, piense que es necesario que existan otros pasajeros que paguen mucho más para subvencionarle su vuelo a ese precio, ya que la compañía tiene que obtener del pasaje un precio medio mucho más elevado.

Y es que no sólo las instituciones subvencionan a las aerolíneas de bajo costo para que atraigan turistas a sus respectivas regiones, sino que también los pasajeros menos advertidos subvencionan los vuelos de sus compañeros de asiento más avispados.

Así que para obtener una buena relación calidad-precio sólo hay que situarse en el lado de los ganadores, es decir de aquellos que consiguieron su billete por 8 euros.

Conseguir un billete por ese dinero para las fechas que necesitemos no es un proceso tan fácil como parece, pero es cierto que algunos lo consiguen.

Partiendo de esa base sólo será cuestión de saber el mecanismo a emplear para comprar vuelos baratos.

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