sábado, 28 de julio de 2012

Los nuevos cargos por servicios complementarios que nos acechan

Hace años, la tarifa de los vuelos incluía ciertas prestaciones que se consideraban parte del servicio, como, por ejemplo, que el viajero facturase una maleta para transportarla en la bodega del avión o le sirviesen un refrigerio durante el vuelo, incluso en aquellos de corta o media distancia, sin que por ello tuviera que pagar cantidad adicional alguna a la compra de su billete.

Esto, como digo, es ya historia, al menos en lo que a vuelos de corto y medio recorrido se refiere, y especialmente si viajamos en compañías de bajo coste, cuyo precio, como es sabido, es a veces bajo y a veces moderado o caro, dependiendo de las fechas del vuelo y otras circunstancias, como el momento, la forma o el lugar en que efectuemos la compra.

Las compañías de bajo costo comenzaron a desligar del precio de la tarifa algunos de los llamados servicios complementarios, y finalmente casi todos ellos, de tal modo que en la actualidad la idea predominante es que la tarifa incluya solo el transporte, es decir, el pasajero sentado en una estrecha butaca y con el mínimo espacio posible, transportando un pequeño y liviano equipaje de mano en una sola pieza.

La comodidad se paga


Ahora, al parecer, todo lo demás es considerado como “comodidades” que pueden ser vendidas aparte bajo el concepto de servicios adicionales.

Esto permite engrosar los beneficios de las aerolíneas (o, en algunos casos, minorar sus pérdidas), manteniendo bastante convincente la idea de precios bajos mediante sistemas de mercadotecnia y técnicas de repetición para publicitar ofertas realmente económicas, pero que solo afectan a un número limitado de pasajeros, mientras que el resto pagan el servicio más caro debido a que su precio final está compuesto por la tarifa y algunos posibles cargos por servicios complementarios.

La mayoría de las compañías tradicionales que operan vuelos en este corto o medio recorrido continúan sufriendo una sangría de tinta roja en sus resultados económicos de los últimos ejercicios, de modo que se han visto impelidas no solo a reducir gastos y reorganizar sus operaciones, sino también a adoptar el esquema de ofrecer en el precio de la tarifa únicamente el servicio más o menos escueto de transporte, con el resto de comodidades aparte, incluidas en el concepto de servicios complementarios.

Los atractivos precios bajos


Por otra parte, la crisis económica en España, que ha supuesto un empobrecimiento generalizado de la población, ha hecho mella en muchos viajeros que ven más atractivas y asequibles las tarifas más baratas, aunque ello suponga la privación de algunas comodidades durante el vuelo, ya que suele estimarse que así se tiene un mayor control sobre el precio final del billete que se paga, al poder aceptar o rechazar de entre la larga retahíla de servicios complementarios que se ofrecen, aquellos que el pasajero estime que podrá eludir o no precisará para su viaje.





Las aerolíneas, según un estudio llevado a cabo por la consultora IdeaWorksCompany en colaboración con Amadeus, han incrementado un 66 por ciento sus ingresos por servicios complementarios en dos años, al pasar de los 10.950 millones de euros en 2009 a 18.230 millones de euros en 2011.

Ahora, en muchos vuelos resulta normal tener que pagar un recargo por facturar una maleta, y muchos se ven obligados a pesar y medir cuidadosamente su equipaje de mano para que no sobrepase los límites permitidos en los términos y condiciones de la aerolínea con la que viajen, lo que supondría el pago de un importante recargo, que a veces puede sobrepasar incluso el precio del vuelo.

Crece la familia de servicios auxiliares


El número de servicios complementarios va creciendo sistemáticamente día a día, a la par que se encarece el precio de los servicios ya existentes, extendiéndose a un mayor número de compañías, tanto de bajo costo como de las denominadas tradicionales.

Veamos, por ejemplo, los precios máximos de los recargos y servicios complementarios de Ryanair, que reúne una gran cantidad de ítems.


       
  • Cargo administrativo (por pasajero y trayecto): 6 euros


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  • Asientos reservados: 10 euros


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  • Cargo para prioridad de embarque (por pasajero y trayecto): 6 euros


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  • Recargo por la reemisión de la tarjeta de embarque en el aeropuerto: 60 euros


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  • Cargo para bebés (por bebé y trayecto): 20 euros


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  • Equipamiento para bebés (por artículo y sector, con excepciones): 20 euros


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  • Equipamiento deportivo (por artículo y trayecto): 60 euros


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  • Equipamiento musical (por artículo y trayecto): 60 euros


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  • Recargo por modificación de vuelo en temporada baja y vuelos seleccionados: 75 euros


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  • Recargo por modificación de vuelo en temporada alta y vuelos seleccionados: 90 euros


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  • Recargo por cambio de nombre (por pasajero): 160 euros


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  • Coste para deshacer la facturación (por pasajero y trayecto): 15 euros


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  • Cargo administrativo del reembolso de los impuestos del Gobierno: 20 euros


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  • Cargo del centro de reservas (por reserva): 20 euros


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  • Coste de reserva de oxígeno (por pasajero y reserva): 100 euros


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  • Primera maleta (15 kg) en temporada baja y vuelos seleccionados: 80 euros


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  • Primera maleta (15 kg) en temporada alta y vuelos seleccionados: 120 euros


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  • Primera maleta (20 kg) en temporada baja y vuelos seleccionados: 90 euros


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  • Primera maleta (20 kg) en temporada alta y vuelos seleccionados: 130 euros


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  • Segunda maleta (15 kg) en temporada baja y vuelos seleccionados: 120 euros


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  • Segunda maleta (15 kg) en temporada alta y vuelos seleccionados: 150 euros


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  • Recargo por exceso de equipaje (por kilogramo): 20 euros


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  • Cargo de declaración especial del valor del equipaje: 100 euros



¿Cómo nos afectan?


No solo la aerolínea irlandesa ofrece esta larga lista de cargos a añadir a las tarifas de sus vuelos, sino que otras compañías aéreas de bajo costo y algunas tradicionales también presentan similares cargos, con precios más o menos elevados, por estos servicios complementarios.

Los cargos por equipaje pueden afectar fácilmente a numerosos pasajeros que por distintas circunstancias se vean obligados a transportar más equipaje de mano del permitido o a facturar alguna de sus maletas, con el consiguiente gasto adicional.

Aunque los precios anunciados en las ofertas, que suelen corresponder a las tarifas y tasas, puedan ser realmente bajos, una gran cantidad de usuarios paga un precio final mayor por su vuelo, debido a que no puede o no desea prescindir de alguno de estos servicios complementarios, como lo demuestran los 18.230 millones de euros que ingresaron las aerolíneas por este concepto en 2011, según el estudio de IdeaWorksCompany.

¿Qué nos depara el futuro?


A lo que parece, los servicios complementarios se multiplicarán en el futuro, sus precios serán más elevados y su uso se extenderá mayoritariamente a compañías de bajo coste y tradicionales.





Ryanair, pionera en proposición de conceptos reductores de costos, ha lanzado algunas ideas consideradas peregrinas, como el supuesto de cobrar por usar el baño de la aeronave o viajar de pie, acomodando al pasajero en un asiento vertical del tipo de una silla de montar.

Pero no hay que olvidar que hace tiempo resultaba poco creíble que se cobrase al pasajero por facturar una maleta o por servirle un refresco a bordo, cosa que ahora se acepta con total normalidad y hasta parece lógico que así se haga.

No es descabellado pensar que las compañías de bajo coste terminarán cobrando también, por ejemplo, por transportar el equipaje de mano o por colocar este en el compartimento superior de la aeronave, dejando únicamente como libre de cargo un pequeño equipaje que se coloque debajo del asiento anterior.

Nuevas comodidades


Además, cabe suponer que en el futuro todo lo que se considere como una comodidad adicional al hecho de volar será debidamente etiquetado y presentado al pasajero como un servicio complementario de pago orientado a mejorar su experiencia de vuelo.

Recordemos como días atrás Iberia ha lanzado su nuevo servicio dirigido a las familias que viajan con niños, y que tiene por objeto hacer más fácil y rápido su paso por la terminal T4 del aeropuerto de Madrid-Barajas, servicio que tiene un precio de 25 euros por pasajero.

Así, tanto servicios que ya se venían prestando, pero que se han retirado o se retirarán de su inclusión en la tarifa, como nuevos servicios que se irán desarrollando (entretenimiento a la carta, películas bajo demanda, conexión a Internet, sistemas de confort a bordo, elección de asientos juntos para viajar con familiares o amigos, etc.) pasarán a engrosar la lista de los servicios que, previo pago, podrán disfrutar los pasajeros.

¿El precio es lo que parece?


Los pasajeros que asuman que la tarifa del vuelo solo incluye el transporte, sin más, estarán más predispuestos a pagar por algunas comodidades, necesidades o descuidos, que se transformarán automáticamente en un mayor precio del vuelo.

Eso sí, puede suponerse que quienes no precisen de ningún servicio adicional y viajen casi con las manos en los bolsillos estarán satisfechos porque seguirán volando a precios muy bajos, las aerolíneas también lo estarán porque sus ingresos por servicios complementarios proseguirán su ascenso, y quienes adquieran algunos de estos servicios también podrían estarlo ya que lo hacen opcionalmente para obtener una mejor experiencia de vuelo.

Con esta perspectiva cabe pensar que los servicios complementarios tendrán en el futuro un importante desarrollo.

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