martes, 4 de junio de 2013

Los precios finales de los vuelos: cómo orientarse para comprar vuelos baratos

Hace años, las tarifas de los vuelos comprendían los servicios auxiliares que las compañías aéreas prestaban a los pasajeros como parte del contrato de transporte, por lo que saber el costo final de un vuelo era algo sencillo de prever: cualquiera podía saber cuánto iba a costarle.

El precio del vuelo y los servicios auxiliares que requiriese estaban incluidos en la tarifa, entre ellos, las maletas facturadas y las que subías a la cabina, los aperitivos o comidas a bordo, el asiento numerado y otras prestaciones.

Todos pagábamos por los mismos servicios, hiciéramos uso de ellos o no; por ejemplo, yo he viajado siempre ligero de equipaje, prácticamente con la maleta de mano, incluso en vuelos intercontinentales, y muchas veces pensé que seguramente estaba sufragando la parte correspondiente de los gastos derivados de quienes, por ejemplo, facturaban maletas de grandes dimensiones sin costo adicional alguno.

Excesos de equipaje


A veces veía discusiones con el empleado de la aerolínea porque era grande la diferencia entre el peso máximo permitido –que, por supuesto, existía–, y el peso o número de equipajes que el pasajero pretendía facturar sin cargo, pero siempre solían saldarse sin que el pasajero tuviera que abonar ninguna cantidad por el exceso de equipaje.

Lo mismo ocurría con las comidas y bebidas de cortesía, sobre todo en vuelos de larga distancia, ya que había pasajeros que consumían constantemente, especialmente de estas últimas, y en alguna ocasión presencié situaciones embarazosas producidas por el efecto que las bebidas espirituosas causaban a algunos pasajeros.

En aquellos momentos todos sabíamos calcular fácilmente cuánto nos iba a costar el vuelo, pero, en realidad, quienes usábamos poco o nada los servicios “gratuitos” que incluía, podría decirse que habíamos pagado más de lo necesario por nuestro vuelo.

Tanto consumes, tanto pagas


Ahora esta situación ha pasado a la historia en la mayoría de los casos, y se ha impuesto el sistema de mantener unos precios aparentemente baratos a los que pueden acceder algunos pasajeros ligeros de equipaje y con capacidad para aceptar un vuelo con pocas comodidades, mientras que otros, que consumen estos servicios auxiliares o comodidades –ahora de pago–, ven como el precio de su vuelo se encarece notablemente.



Parece que el nuevo sistema podría ser interpretado por algunos como más justo y equilibrado, ya que cada uno paga por aquello que consume, de forma que quienes no usan ningún tipo de servicio auxiliar ni comodidad añadida, aún pueden seguir viajando a precios moderados.

Claro está que a medida que crecen y se multiplican los servicios de pago, que ya suponen un porcentaje apreciable sobre los ingresos totales de los transportistas aéreos, será más difícil saber cuánto nos costará realmente nuestro vuelo y aumentará la incertidumbre sobre si algún descuido, por ejemplo, al medir y pesar nuestro equipaje, hará que el costo de transportarlo supere el del propio billete del viaje.

El hecho de que las aerolíneas multipliquen cada vez más el número de estos servicios de pago, hace que un mayor número pasajeros vean como el precio final de su vuelo resulta ser mayor que el precio inicialmente considerado.

Por ejemplo, para una misma aerolínea, facturar un equipaje puede costar más en una ruta que en otra, o más en la temporada de verano que en la temporada baja, etc.

Pagar por todo


Por eso, para comprar vuelos baratos conviene recordar que la comodidad tiene ahora su precio, no solo al viajar, sino incluso al reservar tu vuelo, de forma que si empleas menos tiempo comparando precios, evaluando el mejor momento para reservar, eligiendo fechas, y leyendo con atención las condiciones del contrato para conocer los posibles cargos adicionales, más probable es que formes parte del grupo, cada vez más nutrido, de pasajeros que pagan más por su vuelo de lo que hubiera sido posible mejorando su sistema de búsqueda.

Claro que, como ves, esto tiene también una parte positiva: si trabajas la búsqueda de tu vuelo, conoces toda la información sobre precios y alternativas, no haces uso de los servicios adicionales de pago, y conoces y cumples las normas que al respecto imponga la compañía aérea, hoy en día es posible que puedas viajar a un precio realmente barato.

Para saber si esto es así, solo tienes que ver cuánto tiempo y esfuerzo te ha costado reservar tu vuelo: salvo contadas excepciones, conseguir el mejor precio posible suele ser un objetivo difícil.

Y es que, hoy por hoy, una cosa es el precio anunciado en las ofertas y promociones que nos muestran los vendedores, y otra, a veces muy diferente, es el precio final que podemos terminar pagando por nuestro vuelo sin apenas darnos cuenta.

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