La semana pasada Japón lanzó una propuesta para recuperar el turismo en el país, consistente en
regalar 10.000 pasajes aéreos para que los turistas que decidan viajar al país puedan hacerlo con los únicos gastos a su cargo del hotel y la manutención.
Desde luego, este ha sido un año muy difícil para el país nipón, enfrentado a los efectos devastadores
del terremoto y posterior tsunami que ocasionó una alerta nuclear, y de los que ahora está tratando de recuperarse.
El turismo también entró en crisis en Japón por los temores suscitados por las radiaciones, y ahora el gobierno tiene intención de revertir esta situación fomentando nuevamente la entrada de visitantes bajo la idea de
regalar vuelos a aquellos que quieran visitar el país y, a cambio, describir las maravillas de su viaje y de su estancia allí en sus blogs, en Facebook, Twitter o en otras redes sociales.
Es decir, vuelos gratis a cambio de una cobertura publicitaria de los propios usuarios, que, probablemente, tenga un efecto mayor
que los programas de publicidad institucionalizados, ya que la credibilidad entre viajeros particulares es, en general, mayor que la otorgada a los entes difusores de noticias sobre viajes y turismo.
Para viajar el año que viene
A día de hoy, esta propuesta se encuentra en una fase preliminar que debe ser aprobada por el Ministerio de Hacienda japonés a finales de diciembre, y posteriormente por el Parlamento, para que pueda ser llevada a cabo, por lo que aún no hay definida una forma concreta de apuntarse
para optar a ser uno de los 10.000 viajeros que podrán volar gratis a Japón.
Sin embargo, ha suscitado ya una gran expectación, tanto de los medios como de innumerables pasajeros que les gustaría contar con esa “ayuda” para
viajar a Japón a cambio de narrar luego la experiencia de su viaje.
Japón es un país maravilloso para viajar y hacer turismo, al menos así lo recuerdo de mi último viaje al país –hace ya bastantes años, por ciento–, pero que ahora, más que nunca, necesita que sea promocionado y conocido como destino turístico interesantísmo, que le permita recuperar la capacidad turística perdida tras la tragedia del pasado mes de marzo.
El caso de la promoción en España
Parece que algo deberíamos aprender también en España de la idea de ayudar a difundir por los propios viajeros en sus medios de Internet los lugares más destacados de nuestra geografía nacional,
muy poco conocidos en muchos países del mundo, con la excepción de algunos europeos, donde, como he podido comprobar, salvo Madrid y Barcelona, ningún otro de nuestros maravillosos lugares, ciudades o regiones parece estar presente en la memoria de foráneos y potenciales visitantes.
Eso sí,
tenemos muchos aeropuertos, más que Alemania o que California, algunos sin aviones, otros a punto de exhalar su último suspiro aéreo, y muchos, casi todos, económica, –que no socialmente, a decir de los políticos–, carentes de la mínima rentabilidad.
También disponemos de muchas aerolíneas que, a veces
por falta de verdadera promoción de los destinos, mantienen enlaces carentes de demanda natural, ayudadas por el oxígeno de supuestos contratos publicitarios, sin el cual decaerían de inmediato, suprimiendo rutas de forma masiva, en las que ahora vuelan aviones con insuficiente número de pasajeros.
Aunque la situación turística de Japón es muy diferente a la española, también aquí
debemos impulsar al máximo la afluencia turística desarrollando todas sus potencialidades, y mucho más en la época de incertidumbre económica en la que hemos entrado o estamos a punto de entrar, lo cual, como a vista está, no pasa sólo por disponer de más y mejores aeropuertos y aumentar las ayudas a las aerolíneas para las rutas de demanda escasa o decreciente.
Aplicar otras soluciones
Por eso quizá, aprendiendo de la idea japonesa de invitar a viajeros a visitar el país con su vuelo pagado para que cuenten en sus medios, en sus redes sociales, a sus amigos, conocidos y seguidores, la experiencia vivida, debamos también habilitar en España
mejores y más eficaces soluciones para dar a conocer al mundo las ventajas de visitar algunos destinos españoles, ignorados hasta ahora.
De momento, sabemos que las inyecciones de contratos publicitarios que, según la Comisión Nacional de la Competencia (CNC), las comunidades autónomas han aplicado
por un montante de 250 millones de euros desde 2007 al presente, no han servido para generar un incremento de la demanda en rutas que, de suyo, apenas tenían demanda al comienzo del suministro de las subvenciones.
Si, como dice la CNC, no hay correlación positiva en muchos casos entre los recursos inyectados y los pasajeros transportados, será que el modelo
no funciona correctamente para conseguir el fin deseado.
También en Castilla y León
Como en el caso de Japón, en España también se necesita incrementar la llegada de turistas, incluso (o aún más) en temporadas de menor demanda como la de invierno, pero gastar
más de 84 millones de euros desde 2007 a 2011, como ha sido el caso de los aeropuertos de Castilla y León, según la CNC, para terminar el periodo con menor tráfico de pasajeros que antes de la costosa inyección, debe mover al menos a la reflexión de si el método aplicado es adecuado a la consecución de los fines previstos.
No vaya a ser que, al menos en algunos casos, estemos inyectando un potente antibiótico para mejorar la salud turística de algunos puntos de nuestra geografía,
afectados por el virus de la falta de promoción en el exterior.
Hay muchas formas de hacer las cosas, a veces aplicando la imaginación, pero, por lo que se ve, en ocasiones estamos algo cortos de ideas.
Los vuelos a destinos cercanos siguen obteniendo, quizá por sus bajos precios, las preferencias en las valoraciones de los usuarios.
